domingo, 10 de marzo de 2019

10 años de este blog

10 años, incluso para un octogenario, son eso mismo que acabo de decir: 10 años. Para alguien que, como yo, no llegó siquiera a los 40, 10 años son mucho más. 10 años de Alfaiate (la palabra portuguesa para “sastre”) se han completado. Mucho ha cambiado el mundo entretanto. Primero de todo: (casi) toda la gente sabe lo que es un blog. Por no hablar de que tras estos 10 años, resulta difícil encontrar a alguien que entre blogger, wordpress, tumblr, facebook, instagram, linkedin, snapchat, twitter y pinterest, no haya tenido – en algún rincón de internet – una página personal donde se haya entretenido publicando textos, imágenes o videos, para un  público más o menos amplio.
Lo debo haber escrito aquí muchas veces, este blog cambió mi vida. Curiosamente nunca me presenté como blogger. Era, soy y hasta donde veo seguiré siendo, un tipo que tiene un blog. O dos (pero de eso ya hablaremos más adelante). Este blog me ha aportado muchas cosas buenas y me gusta pensar, que también aportó momentos divertidos a todos aquellos que pasaron por aquí. Puedo decir – con toda humildad – que siento que aporté algo singular. Tal vez porque cuando Alfaiate apareció, poca gente en Portugal, había perdido el tiempo acercándose a personas por la calle. Pero también porque, en este universo interminable de blogs cuyos autores fotografían a la gente por las calles de este mundo ahí fuera, sospecho que este tuvo casi siempre un acercamiento más personal, humano y, a veces, más literario, también. Pero 10 años son precisamente eso: 10 años. Y debería ser fácil de entender, para los pocos que todavía pasan por aquí, que me cansé de fotografiar gente por la calle. De la misma forma que, para ser completamente honesto, también me harté un poco de responder a las personas que, tan amablemente, todavía me preguntan "¿por qué no lo vuelves a hacer? (lo cual demuestra que a veces – maldita condición humana – también nos hartamos de las cosas por las que debemos estar agradecidos).
En algún momento pasé a tener la sensación que todo lo que me sucedía en la vida derivaba, directamente o indirectamente, del hecho de haber comenzado un día este blog. Ahora hay dos cosas que – más allá de cualquier duda – nunca habría hecho si no hubiese comenzado un día EL SASTRE DE LISBOA (y su versión original). Una es la marca CAIÁGUA, que acaba de estar presente en Pitti Uomo, invitada por la organización. "Los caiáguas" son aquello que suelo describir, de forma divertida pero hablando en serio, como los chubasqueros más bonitos del mundo.
La otra es algo que, con diez años de distancia, me recuerda este blog. ¿El qué? Otro blog. A HOUSE IN LISBON. Y si, creo que ya conseguí hacer algo singular con lo que mucha gente llamó de moda, el desafío es aún mayor cuando se trata de hacer un blog sobre inmuebles. Por otra lado lo que hoy se inaugura, ya me ha valido una historia única. Pero esa lo dejaré para otro día. Por ahora os dejo aquello que pretendo sea un acercamiento transparente al sector inmobiliario nacional y, más concretamente, a la transformación urbana de Lisboa y sus alrededores en los últimos años. A HOUSE IN LISBON. Espero que os guste.  A mí ya me está aportando el mismo gozo juvenil que sentí, en este mismo lugar, hace exactamente 10 años.
Un abrazo y (muchas) gracias
José Cabral

viernes, 16 de febrero de 2018

Tobillos, calcetines, y una pizca de idiotez

As cores do Fabrizzio (2) As cores do Fabrizzio


Estas fotos no son nuevas. Las publiqué aquí el 14 de junio de 2011, habiendo sido tomadas días antes en Madrid, pero precisamente el 10 de junio. La primera conclusión – poco favorable hacia mi persona – es que, en pleno día Portugal y de las Comunidades Portuguesas, iba paseando por la capital del reino que más atentó contra la soberanía portuguesa. La segunda – aparentemente insignificante pero de relevancia científica estos días – tiene que ver con la relación entre el aspecto  primaveral/estival de Fabrizio y el tiempo que hacía en Madrid. Según este informe meteorológico, a las 11:59 h, hora en que tomé estas fotos, estaríamos 21°C. Siendo que la temperatura máxima en Madrid, el 10 de junio de 2011, llegó a los 25°C.

El orden de las fotos en la publicación original es precisamente contrario al de hoy. Porque visualmente hablando, el detalle no se antepone al todo. Y porque humanamente hablando, por muy impresionantes que fueran los zapatos, tendría que haberme importado más la identidad de quien los eligió, que la elección en sí misma. Hoy las circunstancias son otras. La semana pasada, tal vez la más fría que Portugal haya visto este invierno. Los planes de contingencia de Lisboa y Oporto fueron activados, estaba nevando en Madrid y creo que, a estas horas, Fabrizio tendrá los brazos y pies debidamente resguardados.

Esta madrugada estaba en la Estação do Oriente (Lisboa) esperando el tren que me llevaría a Porto. Delante de mí tenía una serie de personas abrigadas de todas las formas  posibles e imaginarias. Gorros, guantes, estolas, bufandas. Jerséis de cuello alto, pantalones de pana, abrigos forrados con piel de oveja. Algunos de los que llevaban estas prendas iban, sorprendentemente, con los tobillos desnudos. En algunos casos con calcetines cortos (cuya extremidad era posible vislumbrar, entre los zapatos y la piel), en otros la sensación era que no había calcetines en absoluto (pero les doy el beneficio de la duda: los calcetines serían lo suficientemente cortos como para no ser vistos por encima de los zapatos).

Cada uno de nosotros tiene una percepción propia de lo que es caliente o frío y del calor o fresco que siente. Cada uno tiene sus termómetros y termostatos (hay incluso quien permanece indiferente a temperaturas extremas) y alguno de nosotros seguro ha pensado alguna vez si iba  vestido de más o de menos para la ocasión, ya sea social o climatológica. Pero no me refiero a nada de esto. A lo que me refiero es a una tendencia visual de la ropa que, para mucha gente, se superpone a la razón de ser de la propia ropa. Me aventuré a hacer algunas preguntas sobre la desnudez de los tobillos en pleno invierno... Las respuestas alternaban entre una corriente negacionista ("no, no tengo nada de frío") y la esclavitud estética ("no puedo verme de otra forma"). ¿En común? Una ligera sensación de malestar cuando se les pregunta. Generada, creo, por el reconocimiento interior de lo ridículo que es dar vida a esta expresión visual con temperaturas cercanas a cero.

¿Qué si hay azotes más graves en el mundo que una parte de la humanidad finja no sentir frío en el mismo sitio que tantas veces se ocupó de proteger? Seguramente. Mientras que no sean responsables de congestionar las urgencias de los hospitales, o del colapso del Servicio Nacional de Salud, los tobillos de unos no interfieren en la vida de los otros. ¿Y no son estas personas libres de hacer lo que quieran? Claro que lo son. Pero cuando millones de personas por todo el mundo, por razones de naturaleza estrictamente visual, "dejan de tener frío" en la misma zona del cuerpo que se han esforzado por abrigar durante toda una vida, algo está mal. No deja de ser curioso que, en tiempos de libertad y autodeterminación sin precedentes, seamos todos tan ovejas y... que me perdonen aquellos a los que tengo cariño y aquellos a los que nunca he visto... tan profundamente idiotas.


P.D.: A pesar de la irrelevancia de estos hechos, aquí los comparto. Hace 20 años, no había calcetines cortos. Recuerdo doblarme los calcetines de tamaño normal para que – cuando iba con pantalón corto – las cañas del calcetín no se vieran por encima de las zapatillas que, desprovistas de su función, se quedaban abandonadas al estado de ruido visual (anulado por dicho doblez). ¿No te lo dije?  Te lo digo ahora. Buena parte de mis calcetines son cortos. Pero repito: esa no es la cuestión (creo que insulto más al lector al sentir la necesidad de explicarme, que corriendo el riesgo de llamarle idiota). También tengo un montón de gorros en casa y no por eso los llevo a la playa en pleno verano. 

domingo, 6 de agosto de 2017

domingo, 21 de mayo de 2017

miércoles, 11 de noviembre de 2015

domingo, 13 de septiembre de 2015

Martina

Martina


La periodista me pidió que cogiese la cámara. Preguntó si me podía filmar fotografiando a alguien. Le dije que sí, que no me importaba. Dije que si que me podían filmar. Pero también dije que podíamos dar una vuelta, o dos o tres, las vueltas que el tiempo permitiese, pero que eso pero no garantizaba ninguna imagen. El tiempo pasó. Tenía que irme, y fue ya en la despedida cuando Martina se cruzó con nosotros. Así nació esta imagen. El periodista y yo nos alegramos. Espero que Martina y vosotros también

domingo, 26 de julio de 2015

Manuel Dantas

Manuel Dantas


Cuando nos acordamos de empezar a fotografiar gente en la calle. Cuando nos proponemos retratar personas que nos llaman la atención. Cuando comenzamos a guardar y compartir esas imágenes que nos hacen pararnos, girarnos o mirar por encima del hombro. Cuando hacemos todo esto hay un momento – que siempre llega tarde o temprano – en que sentimos que ya conseguimos añadir poco o nada nuevo. Y después está Dantas, Manuel Dantas. Aquel hombre que, cuando nos preparamos para bucear entre las rocas de la Praia da Luz, nos pregunta "¿me puedes ayudar a ponerme esto?". Y a quien yo pregunto, “¿y yo puedo hacerte una foto?". Dantas sí. Después de seis años abordando a extraños y publicando su imagen en Internet Dantas representa algo especial. Algo nuevo

domingo, 31 de mayo de 2015

martes, 7 de abril de 2015

martes, 31 de marzo de 2015

Alexandre

Alexandre Rapaz 1 Alexandre Rapaz 2 Alexandre Rapaz 3 Alexandre Rapaz 4 Alexandre Rapaz 5 Alexandre Rapaz 6 Alexandre Rapaz 7 Alexandre Rapaz 8

Ya no fotografío con la misma frecuencia. Porque es raro que salga de casa máquina en mano, pero también porque, en las raras ocasiones que si lo hago, parece que necesito más motivos para abordar a alguien. Ningún motivo en concreto. O por lo menos ninguno que se me ocurra especificar. Aunque ahora parece fácil. La imagen de Alexandre en su bici rodando sobre una superficie con grafitis con el puente Vasco da Gama en el fondo. Ese fue el motivo

jueves, 15 de enero de 2015

viernes, 5 de diciembre de 2014

lunes, 17 de noviembre de 2014

J. LISBON

J. LISBON

La verdad es que no sé por dónde empezar. Supongo que podría empezar diciendo que no me encontré a Joao en este camino. O que él no llevaba esta ropa puesta. Que fui yo el que le pidió que viniese antes de que el sol se fuese, y que también fui yo quien le llevó esta chaqueta, estos pantalones y este par de botas. En un momento en que tanta gente se cuestiona la permeabilidad de las publicaciones editoriales en las dinámicas comerciales, pensé que sería interesante esbozar la narrativa al contrario. Se me metió en la cabeza que tenía que crear un espacio comercial donde cualquiera que lo visitara se arriesgara a encontrar contenidos genuinos e informativos. Se me metió en la cabeza que tenía que gestionar una tienda sin olvidar como había gestionado este blog.

Estuve en lugares tan diferentes como Madrid, Londres, Florencia, Felgueiras, Vila Nova de Famalicão o Charneca do Lumiar (zonas industriales de Portugal que la mayor parte de los portugueses ni siquiera conoce). Encontré  imágenes de este blog en los mood boards  de marcas extranjeras (donde las reuniones no fueron mal) pero también me dieron largas y palmaditas en la espalda (después de reuniones que no fueron tan bien). Y hoy, justo el día en que sacrifico la pureza editorial de este blog, en pro del negocio cuya creación no sería posible sin el blog que hoy se sacrifica, os presento el negocio que no podría existir sin este blog. Porque después de todo, son frases idiotas como esta las que seguiréis encontrando en ese negocio. Porque después de todo, igual que aquí, encontrareis calles de Lisboa, modelos que no son modelos, reportajes caseros e imágenes sin retocar. Y, de forma general, la identidad visual que quedó inmortalizada en ese universo de retratos ahora conocida como street style. El registro visual que, llevado por toda una dinámica online, transformó hombres comunes en iconos de estilo e hizo de retratos de la vida cotidiana inspiraciones a escala global.


Es justo eso. Una tienda de ropa. Una tienda de ropa de hombre. Una tienda de ropa que, fruto de estos 5 años de Alfaiate (versión original en portugués del Sastre), descubre que es posible ofrecer una prueba real del producto a través de internet. Que es posible esbozar un proceso online para descubrir productos que no termine en la imagen de un tipo de medidas estandarizadas y cabeza cortada, fotografiado contra una pared en tono pastel. Que es posible descubrir un producto por los mismos patrones y contextos visuales en los que tendremos que convivir con él. Que es posible leer una reseña escrita por alguien que, mucho antes de sentarse a recitar información sobre un producto, lo haya calzado o vestido. Y que es posible asegurar el control de todo esto mientras me ciña a la realidad masculina. Tanto es así que, antes de asegurar su venta, compré la chaqueta que Joao lleva puesta al diseñador que la creó. Tanto es así que, antes de soñar con escribir este blog, ya usaba yo esos pantalones. Por eso digo que miro este negocio como si fuera el Alfaiate. El blog que inspiró un negocio. Un negocio llamado J. LISBON. Un negocio que espero sea de vuestro agrado. Porque, por mucho que este convencido de vuestro interés (y este blog me ayudó a comprender que la aprobación más importante somos nosotros los que la atribuimos) nada de lo que diga yo ahora mismo supera unas buenas palmaditas en la espalda. Aquí esta J. LISBON de primera mano

lunes, 29 de septiembre de 2014

lunes, 22 de septiembre de 2014

Cristina

Cristina

Como en cualquier proyecto siempre hay por lo menos dos formas (o tipos ideales) de afrontar las cosas . Por gusto o hasta el agotamiento. Incluso si hubiese optado por la segunda habría sido difícil que, en alguna situación, no hubiese experimentado aquella sensación frustrante de  pensar "Me habría gustado tanto hacer esta foto". 
Me decidí por la primera de las opciones  lo cual, si bien por un lado promueve mi pasión por este oficio como motor de todo el proyecto, por otro…. abre un hueco al coste de oportunidad. El irritante coste de pensar en todas las oportunidades que perdí de fotografiar a personas que me hubiese gustado que estuvieran aquí. Personas que no fotografié porque decidí que el proyecto me debía servir a mí y no precisamente al contrario y, en aquellos días como en tantos otros, había sentenciado que mi felicidad no pasaba por salir de casa cámara en mano. Claro que la ecuación de mi felicidad personal cambió radicalmente en el momento en que vi a Cristina. Por suerte, había acabado de pasar junto a una pareja de enamorados a quienes había expresado mi sorpresa por el equipo que estaban utilizando para hacer fotos y, con la caradura de siempre, volví y les pregunté: ¿Os importa que pruebe vuestra cámara  con Cristina?


(esta y otras imágenes de este mismo momento pueden verse aquí)

lunes, 15 de septiembre de 2014

jueves, 19 de junio de 2014

Les dije:

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No vine aquí para hacer fotos pero tenía que hacer esta

lunes, 19 de mayo de 2014

lunes, 28 de abril de 2014

lunes, 7 de abril de 2014

lunes, 24 de febrero de 2014

lunes, 17 de febrero de 2014

lunes, 20 de enero de 2014

Pitti Uomo (Michael, day-by-day)

Michael day 1
Michael day 2
Michael day 3
Michael day 4

Fui por primera vez a Pitti Uomo. Una marca me pidió que hiciese fotos de todo el ambiente. La feria es brutal, hay marcas interesantísimas y visitantes también. Pero confieso que me sentí abrumado por tantas cámaras, lentes y fotografías. Tanto es así que lo que menos me apetecía hacer allí era fotografiar a nadie. Como si todo aquello estuviese, de alguna forma, en las precisas antípodas de momentos como este o aquel. Como si todo aquello desconociese que es posible, de verdad, encontrar gente inspiradora en los sitios más inusuales. En cualquier lugar del mundo donde a quien quiera que abordemos verdaderamente extrañe nuestra petición. Incluso llegando a desconfiar de ella. Pero que después de 30 segundos de conversación y una sonrisa genuina acabe por dejarse fotografiar por un extraño. Cuando vi a Michael junto a aquellas escaleras, pensé que era una de las pocas imágenes que podría haber sido tomada lejos de aquella confusión, de todo aquel bullicio, de toda aquella feria de vanidades con pelos en la cara . Y cuando, al día siguiente, le vi otra vez allí, entendí que todavía quedaban por capturar un par de  momentos más y le dije:
– Creo que resultará difícil de creer pero tus fotografías son las únicas que quiero para mi blog.
Sólo él, en cada uno de los días que la feria duró. Sin pompa, ni circunstancia, ni la más leve edición. Sin esperar siquiera a que desocupasen la escalera. Sólo él, en las escaleras que conducían al stand de la marca de la que forma parte

lunes, 11 de noviembre de 2013

Sin palabras

Speechless


[esta y otras imágenes de este mismo momento pueden verse aquí y, supongo, por aquí también] 

viernes, 25 de octubre de 2013

Probablemente

A camisa oriental

la camisa de hombre mas bonita que jamas fotografié

jueves, 24 de octubre de 2013

El viejo y el lago

O velho e o lago

Quien me conoce sabe bien que no me limité sólo a tomar esta fotografía. Sabe que me subí a la roca. Que enganché a alguien para que me fotografiase en su lugar. Que me fotografiase a mi y a Ilija juntos, en una charla amena, tentando a la suerte como los peces que por allí había, centrados en la parte albanesa del lago. En realidad no creo que Ilija sea viejo. Incluso porque la vejez, al menos hasta cierta edad
- cual instinto de supervivencia – va siempre dos generaciones por delante, lo suficientemente lejos para que nos podamos sentir descansados sin mayores preocupaciones. Porque no somos viejos ni nuevos, somos apenas el centro de nuestro mundo, y es con él como referencia , que lo que quiera que viva o ocurra en este planeta es alto, bajo, gordo, flaco, feliz, triste, inteligente o tonto, clarividente, obtuso, estúpidamente interesante o anormalmente aburrido. E Ilija, aunque técnica y científicamente posible, difícilmente sería mi abuelo. Y, pudiendo ser él mi padre, difícilmente me referiría a él como viejo. Porque los viejos, por definición, están más cerca de la muerte y nadie, tenga 20 o 60 años de edad, se siente cómodo pensando en la muerte de sus padres. De hecho tengo una foto yo solo en esa roca. Y unas cuantas con Ilija. Por suerte tenía a Amanda cerca, una de las cuatro australianas con quien pasé cuatro días y cuatro noches porque nos conocimos en una gasolinera donde su taxi y mi autobús cruzaron itinerarios. Y Amanda es una fotógrafa de %#&#ª§£. De hecho, una fotógrafa de moda de %#&#ª§£. El tipo de persona que nos garantiza una docena de bellas imágenes para la posteridad. Y realmente, las fotografías, son el mejor recuerdo de las vivencias. Y lo que guardo de este lago son cuatro australianas, con quienes después de intercambiar e-mails en un apeadero de Macedonia, quedé más tarde para cenar y de quienes me enamoré. Parece un poco extraño pero fue eso lo que pasó. Me enamoré de aquellas chicas. Y con ellas permanecí como si, en aquellos cuatro días, hubiese allí una especie de hermandad, y una de ellas, a veces, me contaba algo sobre otra, la misma que unas horas después me decía cualquier cosa sobre la “una de ellas” del principio de la frase. Y así, empezaba a sentir que también formaba parte de ese grupo. Que yo también estaría en la inauguración de la nueva casa de Karolina en Melbourne. Y creo que de todas las semanas que pase de viaje este verano, las semanas que pase con estas chicas fueron las más bonitas que viví. La sensación de encontrar a alguien que a la vez conocemos tan poco y aparentemente nos gusta tanto, es tal vez por su fugacidad, una de las más bonitas que jamás he sentido. Y hubo un momento bonito. Particularmente bonito. El de la despedida. Momento que no fotografié. Ni Amanda. Aunque, para ser sincero, me gustaría tener esta imagen grabada. No es que mi figura en bañador, con la camiseta colgando en la cintura, sombrero de paja y sandalias de plástico mereciese aparecer aquí. O la de las cuatro, sentadas en el desayuno, insistiendo en que me uniera a ellas en Grecia. Me gustaría tener ese momento guardado porque se que estaba feliz.  Porque dejaba un momento bonito, pero sospechaba que me metía en otro. En este caso en un coche con cuatro holandeses con quienes me monté hasta Belgrado y que me ahorraron muchas horas de tren y autobús. Cuatro holandeses que estaban boquiabiertos por los detalles que mi memoria había retenido de la Eurocopa del 88 (la única competición internacional de selecciones que Holanda ganó en fútbol). Cuatro holandeses que tenían un concurso debidamente elaborado con 256 participantes, desde cantantes y actrices conocidas de medio mundo, alguna que otra artista porno, unas cuantas celebridades holandesas e incluso la novia de uno de ellos. El concurso que elegiría allí ese día y en ese coche, “la tía mas buena del mundo”. Me dijo Laurens: "José, no te lo tomes mal pero no puedes participar en esta elección porque no conoces a las holandesas, no sería justo" "Claro que no" respondí, conteniendo la risa para no burlarme del tono serio con que mi nuevo amigo me comunicaba tan solemne decisión. Mi opinión fue registrada como el 5º y último factor de desempate, pero no conseguí generar suficiente lobby para evitar que Monica Belluci fuese eliminada en los cuartos de final. Viví todo esto hace más de un mes. Por algún motivo pensé que todavía no había llegado el día de escribir el texto sin el cual sabía que jamás publicaría esta fotografía. Por algún motivo fue necesario que me metiera en un tren en Oporto de vuelta a Lisboa y tener a siete señoras deliciosas (seguramente mayores que Ilija pero soy incapaz de llamarlas "viejas") metiéndose conmigo, para que, cuando una de ellas se refirió a mí como "señor" pensar:
- %£&#-$@, ¿esta vieja me llama “señor”? (al final si soy capaz...)
Como si estuviera ofendido, en la irracionalidad mas pura, por una supuesta anciana, en calidad de señora educada, me hizo sentir menos nuevo. Y luego, por la rudeza de mi pensamiento, me acordé de Ilija. Porque el nombre de este post estaba ya pensado desde el momento que lo fotografié. Recordé a Ilija, Amanda, Aneta, Karolina, Tash, Bas, Chiel, Kosse y Laurens. Y a muchos otros también. Y pensé. Esta señora amorosa a quien acabo de llamar vieja me recordó otra grosería que quiero cometer. Llamar viejo a Ilija. Ese señor simpático que conocí con las chicas de las que me enamoré en una cena junto al lago. Ilija, el señor que estaba en Kaneo, el punto más hermoso del lago Ohrid, en aquella roca frente a la casa donde nació su esposa. Su esposa, aquella señora que me había saludado desde la ventana. La madre del niño que, hace dos días, me escribió pidiendo las fotos que Amanda y yo habíamos hecho a su padre

lunes, 7 de octubre de 2013

Calanque de Sugiton

Katie

Cuando cogemos un tren​​ ​en Santa Apolónia (estación ferroviaria en Lisboa) mochila a cuestas, gorra en la cabeza y las zapatillas (que nos parecen) más ​​modas, no tenemos, por una media docena de buenas razones, la esperanza de poder alimentar una página de este genero.  Y, de hecho, la única razón por la que me detuve en Marsella fue la hora, cuyo avance, no me permitía llegar a tiempo a una de esas localidades que personifican la imagen típica del sur de Francia. Marsella debía haber sido el eslabón más débil de un viaje cuyos objetivos fueron fijados dos meridianos más allá. Pero Marsella es (y no se me ocurre nada mejor que asegurar, a pies juntillas, que es genuinamente) hermosa. Podrán llamarle sucia, chunga  o simplemente peligrosa (y, según parece, hay una buena dosis de estadísticas que sostienen, en orden creciente, cada una de estas afirmaciones). Pero es hermosa. Entiendo que coches con matricula francesa con  ocupantes que a muchos otros franceses les costaría llamar compatriotas, acelerando por calles estrechas, en plena madrugada, a la misma velocidad con la que entro en una auto pista no es, entre otras cosas, la mejor tarjeta de visita para la actual Capital Europea de la Cultura. Pero hay algo allí que va más allá de todo esto. Y, por mucho que les cueste a muchos franceses admitirlo, parte de la receta  surge precisamente de su aura magrebí. Y de su naturaleza mediterránea. Eso es como decir que las Calanques, esas formaciones de piedra caliza,  profundas y escarpadas, parcialmente sumergidas por el mar, son de las cosas más hermosas que he visto en toda mi vida. Tanto me fascinaron que, cuando me fui en dirección a Belgrado, estaba seguro de regresaría allí a la vuelta. Pero esta claro. Algo más me mantuvo allí. Claire, Anne-Sophie, una canadiense cuyo nombre ahora no recuerdo, Andrew, Sophia, Natalie y Katie, a quien, a media tarde, ya todo el grupo había elogiado el traje de baño. Y si aún me impacta más esta foto que la de la pareja de regreso a su velero (y me encantó esa pareja), es curioso como para mí, esta bella imagen de Katie, es apenas una muestra de todos los otros momentos que tengo guardados (unos valientes megabytes y criterios visuales debajo de esta imagen), del día de calor en las Calanques y de la cena que le siguió. Porque, cuando me metí en un vagón en Santa Apolonia, eran estos momentos los que buscaba. Los que favorecían el trato familiar con aparentes desconocidos a quienes nos dirigíamos como viejos amigos que propiamente por méritos estéticos. Katie fue, por así decirlo, una especie de sorpresa. Una hermosa sorpresa

miércoles, 2 de octubre de 2013

Hydra

Hydra

Los vi desde lejos. ¿Si dudé? Claro que dudé (imaginen mi moviendo los brazos y gritando). Pero grité. Bien alto. Como me oían pero no conseguían entenderme acabaron por acercarse. Y les dije, sin grandes explicaciones, que les quería hacer una fotografía. "Una gran fotografía" les aseguré categóricamente. Me dio tiempo para pasarles la tarjeta con mi email y hacer media docena de fotos. Perdón ... de grandes fotos

miércoles, 24 de julio de 2013

jueves, 11 de julio de 2013

La excepción de la regla

Filipa&Francisco

No son unos desconocidos. Son mi ahijado y su novia. No me los encontré por casualidad en la calle. Les llamé. Para esto

jueves, 4 de julio de 2013

Osiris

Osiris

Le extiendo mi mano, me presento y cuando escucho su nombre digo:
¿-Osiris? Curioso... la primera persona que fotografié en Madrid se llamaba Osiris.
A lo cual ella responde “no conozco a nadie que se llame Osiris”. E insisto “estoy seguro de que su nombre era Osiris”. Me mira con cara de mucha atención, como si intentara alcanzarme a decenas de metros y pronuncia:
-¿Alfaiate? ("sastre" en portugués)
Sonrío (y con mi sonrisa le hago sonreír a ella también) y me doy cuenta que, después de todo, estábamos ambos tremendamente en lo cierto. Si se llamaba Osiris la chica que había sido la primera de muchas fotos en Madrid. Y también estaba en lo cierto Osiris por la extrañeza con que encaró siquiera la posibilidad de hubiera fotografiado antes a una homónima suya. Nos habíamos cruzado un día, tres años antes (mucho tiempo antes de ni tan siquiera soñar con algun día escribir en castellano), en plena Calle Serrano: aquí

miércoles, 26 de junio de 2013

Hot in here

Hot in here

No digo palabrotas. Quiero decir. Las digo. La verdad, cada uno de los que ya pasó por aquí es un potencial testimonio de que también las escribo. Pero cuando digo que no las digo, lo digo por el simple hecho de creer verdaderamente que sólo las digo cuando me enfrento a lo que quiera que me obliga a decir aquello, que en teoría no me debería permitirme hacer (lo que, en verdad, me parece el más ilustre de los sofismas para justificar mi propia vulgaridad). Lo digo cuando veo a mi equipo perder sin pena ni gloria, lo digo cuando mi compañero de equipo no corre todo lo que entiendo que debería correr, lo digo cuando presencio alguna injusticia o, simplemente, lo digo cuando siento lo que quiera que sentí en el momento que hice esta fotografía. Lo digo porque veo algo que me impacta de tal forma que no puedo sino decir aquello que siempre me enseñaron que no debía hacer. Porque ya lo había dicho aquí, la imagen cierta de la chica cierta meciendo la porción, también cierta, de pelo cierto, es fuera de su intimidad, el más bello y femenino de los gestos permitidos a una mujer. Y fue por eso, única y exclusivamente por eso….. que lo dije

[esta y otras imágenes de este mismo momento pueden verse aquí y, supongo, por aquí también]

domingo, 23 de junio de 2013